Patricia Chirinos / Color Visión
Redacción.- El pasado 22 de enero se conoció sobre el asesinato del oficial, Jason Rivera, un joven de ascendencia dominicana que destacaba en la policía de Nueva York.
Rivera murió a causa de un disparo recibido en medio de la atención a un llamado de emergencia por violencia doméstica en Harlem, Nueva York, el viernes por la noche.
Había sido asignado a la comisaría 32, situada en la misma cuadra donde se realizó el tiroteo, específicamente, en la 119 W. 135th Street, a menos de un cuarto de milla de distancia.
Una mujer llamó por una disputa familiar, 3 oficiales respondieron al llamado, entre ellos, Jason Rivera. Cuando llegaron, la mujer estaba aterrada junto a dos niños y les aseguró que no había armas en el lugar.
Les indicó que estaba uno de los hijos en una habitación, Jason y otro oficial acudieron a revisar, y de pronto, sonaron varios disparos, una de las balas segó la vida y el sueño de un joven que soñaba con reformar a chicos de «esa caótica ciudad», siendo un hombre de azul.