Por: Patricia Chirinos
El Día de las Madres es una de las celebraciones sociales más importantes del mundo. La costumbre es festejarlo un domingo para aprovechar de reunir a la familia y honrar con amor y obsequios a las madres del núcleo.
En República Dominicana, a diferencia de otros países de Europa y América Latina, no se celebra el segundo domingo del mes de mayo, el cual fue fijado en Estados Unidos por la ama de casa, Anna Jarvis, en homenaje a su madre, la activista social Ann Marie Jarvis, quien murió el segundo domingo de mayo en el año 1905.
La festividad tiene lugar el 30 mayo en la nación caribeña porque en el año 1926, Trina de Moya, la esposa del presidente en ese entonces, el General Horacio Vásquez, estableció en la ciudad de Santiago de los Caballeros el primer comité pro-Día de las Madres y quedó decretado de manera oficial para ser celebrado cada año.
Primera festividad del Día de las Madres
El comité del Día de las Madres fue conformado por Trina de Moya, Ercilia Pepín y otras educadoras que ese año coincidieron en incentivar y motivar a los dominicanos a volver esta festividad en una tradición.
Además, se establecieron símbolos para enaltecerlas: el clavel rojo para la madre viva y una azucena o nardo para la madre fallecida.
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La festividad estuvo conformada por diferentes actividades públicas y privadas, que dieron diferentes obsequios a las madres en su día. Por esta razón, aparte de la reunión, se acostumbra a dar regalos a dar regalos.
Himno a las Madres
Para la maestra Ercilia Pepín, el Día de las Madres es una ocasión para evocar el patriotismo, la bondad y la gratitud de las madres dominicanas que forjaron la generación de la libertad. Así lo dejó plasmado en el escrito «Invocación a las Madres».
Por su parte, Doña Trina Moya, escribió un himno dedicado a las madres en su día, el cual se entonaba en las escuelas dominicanas para conmemorar este día tan especial.
Himno a las Madres
!Venid los moradores
del campo y la ciudad,
y entonemos un himno
de intenso amor filial:
Cantemos de las madres
la ternura, el afán
y su noble atributo
de abnegación sin par.
Celebremos todos la fiesta más bella,
la que más conmueve nuestro corazón;
fiesta meritoria, que honramos con ella
a todas las madres de la creación.
¡Quien, como una madre, con su dulce canto,
nos disipa el miedo, nos calma el dolor,
con solo brindarnos su regazo santo,
con sólo cantarnos baladas de amor!
De ella aprende el niño la sonrisa tierna,
el joven la noble, benéfica acción;
recuerda el anciano la oración materna
y en su alma florece la resignación.
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