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Por Héctor Velasco y Juan Sebastián Serrano
Decenas de miles de manifestantes tomaron nuevamente las calles en Colombia para protestar contra el gobierno y los abusos policiales, en el marco de la crisis que estalló hace dos semanas por el deterioro social que agudizó la pandemia.
En Bogotá, Medellín y Cali, así como en otros puntos del país, siguieron este miércoles las marchas festivas que exigen nuevas políticas al presidente conservador Iván Duque.
«Lo que ha vivido el país es una situación de desigualdad extrema», dijo Luis Carlos García, profesor universitario de 35 años, junto a su hijo de cuatro en la capital colombiana. «Y lo único que recibimos, cuando legítimamente decimos que eso no es justo, es violencia por parte del Estado», añadió a la AFP.
Miles rodearon el monumento Los Héroes en el norte de Bogotá con banderas de Colombia, música y carteles contra la policía antidisturbios. Los manifestantes dibujaron una calavera alusiva al presidente y la frase «enemigo público».
En el centro de la ciudad indígenas lideraron un acto simbólico para cambiarle el nombre a la avenida Jiménez de Quesada -fundador de Bogotá- por el de «AV Misak», en homenaje a su comunidad. El viernes ya habían derribado una estatua del mismo conquistador español. El sistema de transporte masivo está «casi paralizado por marchas«, según la alcaldía de Bogotá.
Los colombianos completan 14 días de protesta, con jornadas más intensas que otras, pese a que han muerto 42 personas (un uniformado y 41 civiles), según la Defensoría del Pueblo, que vela por los derechos humanos.
Son las manifestaciones más violentas que haya enfrentado recientemente gobierno alguno en este país de 50 millones de habitantes, empobrecido por la pandemia y donde la violencia financiada por el narcotráfico esfuma la ilusión de paz, tras el histórico acuerdo con la extinta guerrilla FARC.
Negociaciones
En el poder desde hace casi tres años, Duque ha encarado multitudinarias marchas desde 2019. Un proyecto legislativo que planteaba subir impuestos destapó de nuevo la ira popular.
Presionado por el grito de las calles, retiró la iniciativa con la que pretendía paliar el efecto devastador de la emergencia sanitaria que deja en un año cerca de 80.000 muertos.
Pero la reacción de las fuerzas de seguridad avivó el descontento. Desde entonces se han multiplicado los focos de protesta, sin una agenda o liderazgo definidos, pero que en el fondo reclaman un país más equitativo y un Estado más solidario, sobre todo con jóvenes y viejos, y que garantice la vida y la seguridad.
«Se nos ha respondido con pañitos de agua (…) Entonces la marcha va a seguir», dijo el estudiante Miguel Quiñones de 22 años.
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El lunes Duque se reunió con la organización más visible de los manifestantes, pero las partes no alcanzaron un acuerdo para desactivar la crisis, que planea sobre la Copa América-2021 de fútbol que prevé acoger el país junto a Argentina entre el 13 de junio y el 10 de julio próximos.
«Voy a poner toda mi energía, toda mi capacidad y todo el equipo de gobierno para que este proceso (de negociación) salga bien», dijo el mandatario durante un encuentro con estudiantes este miércoles en Bogotá.
Por los «caídos»
Las oenegés han documentado múltiples abusos policiales y las denuncias han tenido eco en la comunidad internacional que, en cabeza de Estados Unidos, han pedido moderación a la fuerza pública. Una cascada de videos apuntan hacia la presunta responsabilidad de uniformados en ataques a bala a manifestantes, así como de civiles armados.
La organización Temblores ha registrado en estas dos semanas de crisis 1.956 casos de violencia estatal, con 40 homicidios en los «que el presunto agresor es un miembro de la fuerza pública».
De su lado, la consejera presidencial para los Derechos Humanos y Asuntos Internacionales, Nancy Gutiérrez, reconoció este miércoles 35 decesos «en el marco de la contingencia social».
Duque dijo este miércoles tener «cero tolerancia» frente a los abusos policiales y llamó a «no generalizar».
«Es injusto señalar a todo aquel que se expresa pacíficamente en las calles como un vándalo (…) como también es injusto generalizar el comportamiento de todos los miembros de la fuerza pública», aseguró.
Según cifras oficiales hay 65 acciones disciplinarias contra uniformados: 8 por homicidio, 11 por agresión física, 27 por abuso de autoridad y 19 por otras causas. El lunes la policía anunció la suspensión de cinco efectivos.
Salomé Beltrán, universitaria de 20 años, espera un mensaje más contundente.
«(Exigimos) disculpas públicas (…) hacia los familiares de esas personas que han sido asesinadas. Es desde el dolor que la gente también marcha», dijo en Bogotá.
Con miles de manifestantes en las calles, el gobierno no solo enfrenta una presión popular inédita, sino además el riesgo de un colapso del sistema sanitario por cuenta de una multiplicación de los contagios en medio de una vacunación que solo ha cubierto al 6,6% de la población.
© Agence France-Presse / Color Visión
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