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sábado 19 octubre 2024

La importancia de la Inteligencia Emocional en el ambiente de trabajo

Es muy importante la inteligencia emocional para contribuir positivamente al bienestar personal, del equipo y lograr resultados favorables

Por: Alejandra González Mármol y Zoraida Mármol/ Equipo METAS

El propósito de este artículo es destacar el gran interés e importancia que le otorgan los gerentes, empresarios y emprendedores al manejo adecuado de las emociones en el ámbito laboral dado los inmensos desafíos que viven cada día.

¡Y están en lo cierto!

Es muy importante la inteligencia emocional para contribuir positivamente al bienestar personal, del equipo y lograr resultados favorables.

Podemos garantizar con certeza que, en algún momento de nuestra vida, bien sea personal o laboral hemos convivido en un ambiente cargado de emociones que nos generan malestar e insatisfacción y, muchas veces, tristeza y desgano.

También es probable que coincidamos en que un ambiente de tales características no es el más apropiado para desarrollar y aplicar al máximo nuestras capacidades personales y profesionales.

Cuando ocurren situaciones de tensión, hostilidad, conflictos irresolutos, comunicación deficiente, desmotivación en el lugar de trabajo es cuando se ha de comenzar a pensar en utilizar la estrategia de aprender inteligencia emocional. Sí, tal como suena, aprender, porque una de las maravillas de la inteligencia emocional es que se puede adquirir, se puede aumentar con aprendizaje y mucha práctica.

Aprender, adquirir, practicar inteligencia emocional repercute en ayudar a crear sociedades más tolerantes, más justas, sociedades que sean capaces de enfrentar los problemas, resolver conflictos desde la perspectiva de la compasión y empatía y, el entendimiento de las necesidades humanas.

Saber reconocer y regular nuestras emociones y acciones, nos pueden abrir las puertas de la felicidad y de vivir una vida más plena y satisfactoria.

Comencemos por decir, o recordar, qué es inteligencia emocional (IE) concepto del que ya hemos oído hablar otras veces.

“La inteligencia emocional es la inteligencia que nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social que nos brindará más posibilidades de desarrollo personal” (Daniel Goleman, 1995)

De lo anterior inferimos que la IE es una competencia esencial para el desarrollo evolutivo y de madurez de la persona en todos los ámbitos en que se desenvuelva, bien sea social, laboral o en la relación consigo mismo.

Por lo tanto, desde los departamentos o gerencias de recursos humanos, la empresa puede trazar estrategias que incrementen la inteligencia emocional tanto de colaboradores como de directivos. Es decir, desarrollando la capacidad de reconocer, aceptar y canalizar sus propias emociones, para conseguir un mayor control de sus acciones, conducta y comportamiento y de esa forma relacionarse adecuadamente con las demás personas de su entorno. Definitivamente, la inteligencia emocional es una forma segura de guiar el comportamiento.

Además de los conocimientos y competencias específicas del cargo a desempeñar, las empresas se han interesado cada vez más en profesionales capaces de reconocer, identificar y gestionar emociones propias y ajenas.

Consejos para aplicar la inteligencia emocional en el lugar de trabajo:

  • Analizarse uno mismo. Saber qué cosas nos hacen reaccionar emocionalmente, para esforzarnos en mejorar y cambiar esas reacciones.

Aprender a escuchar porque ayuda a tomar decisiones concretas y claras.

  • Saber interpretar el lenguaje corporal de los demás y validar.
  • Saber qué cosas te causan estrés, es decir, identificar los detonantes de situaciones estresantes.

Ahora bien, cómo desarrollar la inteligencia emocional para poder aplicarla correctamente en tu lugar de trabajo. Veamos algunas:

  • Autoconocimiento: conocer y manejar las emociones propias en el día a día.
  • Autocontrol: estar consciente de los límites de cada emoción.
  • Empatía: tener la capacidad de reconocer las emociones de los colaboradores y ponerse en su lugar. Esto es verdaderamente importante. Ponerse en el lugar del otro no significa estar de acuerdo.
  • Habilidades sociales: con el tiempo y la práctica se desarrollan aptitudes para la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, el sentido de permanencia y de pertenencia, capacidad para gestionar momentos de crisis y tener una comunicación eficaz, clara, oportuna y sincera.

La inteligencia emocional nos ayuda a comprender que cuando la gente se siente emocionalmente tensa pierde capacidad de atención, no puede retener información y tiene dificultad para tomar decisiones, por supuesto que todo afecta la productividad del equipo y se hace muy cuesta arriba el logro de resultados.

La inteligencia emocional, como herramienta de desarrollo en quien la aprende y practica, abre la consciencia, que es la clave del bienestar, se comprende a sí mismo, asume sus responsabilidades, sabe desarrollar su proyecto de vida. Tiene  capacidad de elegir la emoción más adecuada en cada situación. Es más comprensivo, más tolerante, más paciente.

Una de las formas más explícitas y agradables de aprender y practicar inteligencia emocional es a través de cuentos sencillos que hoy le dejamos uno para reflexionar.

¡Nunca dejes de brillar!

El cuento:

“Contaba un predicador, que cuando era niño, su carácter impulsivo lo hacía estallar de cólera a la menor provocación.

Luego, casi siempre, se llenaba de vergüenza y arrepentimiento por lo que había dicho o hecho. Batallando para disculparse a quien había ofendido.

Un día su maestro que lo vio dando justificaciones, después de una explosión de ira, a uno de sus compañeros de clase, lo llevó al salón, le entregó una hoja de papel lisa y le dijo:

  • ¡Arrúgalo! –recordaba el predicador, que no sin cierta sorpresa, obedeció e hizo con el papel una bolita. –Ahora – volvió a decirle el maestro– déjalo como esta antes-
  • Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba. Por más que trataba el papel siempre permanecía lleno de pliegues y de arrugas.
  • Entonces el maestro remató diciendo:
  • El corazón de las personas es como ese papel. La huella que dejas con tu ofensa será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.
  • Así aprendió a ser más comprensivo y más paciente, recordando, cuando está a punto de estallar, el ejemplo del papel arrugado.”

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