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    Haití, la única selección que con un gol silenció el caos y trajo esperanza

    La selección haitiana logró un impacto positivo en la comunidad con un gol que calmó tensiones.

    Por Noticias SIN

    Redacción Internacional.– El fútbol, en Haití, no solo es un juego. Es algo más serio: el acto más poderoso de resistencia.

    Mientras la capital, Puerto Príncipe, se desangraba bajo el control de grupos armados que llegaron a ocupar el Estadio Sylvio Cator, una suerte de parroquia nacional del fútbol, un puñado de futbolistas sin hogar obraba el milagro deportivo a miles de kilómetros de distancia.

    Les Grenadiers (Los Granaderos), un apodo heredado de la historia militar del país, consiguieron la clasificación directa al Mundial de la FIFA 2026, su segunda participación histórica.

    Tuvieron que pasar 52 años desde su debut en Alemania´74, casi la edad que tenía al morir su máximo ídolo, Emmanuel Sanon.

      Y en su retorno, la paradoja es brutal: se clasificaron dejando atrás a Honduras y Costa Rica, pero sin haber podido jugar ni un solo partido en su propia tierra desde 2021. Curazao fue su hogar ficticio, y la Diáspora su única afición.

      En un país donde las pandillas se han aprovechado del vacío de poder tras el asesinato presidencial de 2021, la victoria va más allá de un marcador. Como bien lo expresó el exsenador y comentarista Patrice Dumont.

      «La victoria del equipo no resolverá los profundos problemas de la sociedad haitiana. Eso lo sabemos. Pero es un alivio. Incluso con hambre, se puede estar orgulloso. El hambre no prohíbe la alegría», dijo.

      El héroe, la adversidad y el punto de inflexión

      La andadura no podía ser fácil para un equipo itinerante. Después de empatar con Honduras en su improvisado «partido de local» en Curazao, el drama llegó en el siguiente juego. Ante Costa Rica, Haití se fue al descanso con un desalentador 2-0 en contra.

      Ese momento de crisis en el vestuario se convirtió en el punto de inflexión de toda la campaña. Fue allí donde la voz del delantero Duckens Nazon resonó, no solo como goleador, sino como líder: «Podemos hacerlos llorar de alegría. Démosles eso, como mínimo».

      Nazon, el hombre que soñaba con darle una tregua a su pueblo, salió del banquillo para protagonizar una hazaña: un rapidísimo ‘hat-trick‘ que selló un épico 3-3. Ese partido, perdido al descanso y recuperado con una furia conmovedora, insufló el espíritu indomable que guiaría a Los Granaderos a la victoria final 2-0 sobre Nicaragua, asegurando el pase directo como líder del Grupo C.

      El legado de Sanon

      Para entender la magnitud de esta clasificación, hay que mirar medio siglo atrás.

      Haití jugó su única Copa del Mundo en Alemania´74. Fue una actuación colectiva mediocre (cero puntos, 2 goles a favor y 14 en contra), pero quedó inmortalizada por un éxito personal que trascendió fronteras: el gol de Emmanuel Sanon.

      En el debut ante Italia, Sanon marcó el primer gol mundialista de Haití y rompió el récord de imbatibilidad de Dino Zoff, que había mantenido su arco invicto por 1.143 minutos. Aunque cayó ante Polonia (7-0) y Argentina (4-1), Sanon volvió a marcar contra esta última y terminó el torneo como uno de los goleadores.

      Sanon, quien murió en 2008 siendo el máximo goleador de Haití con 37 tantos, esperó 34 años en vida para ver a su selección retornar al Mundial. Ahora, 52 años después, han honrado su memoria. Llevan consigo el legado de resiliencia que él simbolizó con aquel gol ante el gigante Zoff.

      La camiseta y la diáspora

      Mientras que los jugadores celebran y el pueblo en Haití se regocija, la realidad económica subraya el drama: la camiseta oficial de la selección es casi inalcanzable para la mayoría de los haitianos que viven en el país.

      A diferencia de las grandes potencias, la indumentaria de Les Grenadiers no es fabricada por una multinacional, sino por la marca colombiana Saeta.

      La historia de esta asociación es emotiva: comenzó como un gesto de apoyo con donaciones tras el terremoto de 2010 y evolucionó a un patrocinio que, por años, no fue rentable para la empresa.

      En palabras de los directivos, mantuvieron el apoyo sabiendo que «el país atraviesa una situación económica muy difícil» y que el mercado principal para las ventas eran los haitianos que viven en Estados Unidos.

      Sin embargo, la noche de la clasificación al Mundial 2026 lo cambió todo. La empresa reportó más de mil órdenes de compra en pocas horas y tuvo que abrir preventas.

      Este fervor proviene casi en su totalidad de la Diáspora. Tener la camiseta, que cuesta el equivalente a muchos días de trabajo en Haití, es un acto de fe y orgullo fuera de las fronteras.

      El apoyo financiero que sostiene al equipo viene de los mismos que, en la distancia, sueñan con el día en que su nación encuentre la paz

      La selección haitiana logró un impacto positivo en la comunidad con un gol que calmó tensiones.

      Por Noticias SIN

      Redacción Internacional.– El fútbol, en Haití, no solo es un juego. Es algo más serio: el acto más poderoso de resistencia.

      Mientras la capital, Puerto Príncipe, se desangraba bajo el control de grupos armados que llegaron a ocupar el Estadio Sylvio Cator, una suerte de parroquia nacional del fútbol, un puñado de futbolistas sin hogar obraba el milagro deportivo a miles de kilómetros de distancia.

      Les Grenadiers (Los Granaderos), un apodo heredado de la historia militar del país, consiguieron la clasificación directa al Mundial de la FIFA 2026, su segunda participación histórica.

      Tuvieron que pasar 52 años desde su debut en Alemania´74, casi la edad que tenía al morir su máximo ídolo, Emmanuel Sanon.

        Y en su retorno, la paradoja es brutal: se clasificaron dejando atrás a Honduras y Costa Rica, pero sin haber podido jugar ni un solo partido en su propia tierra desde 2021. Curazao fue su hogar ficticio, y la Diáspora su única afición.

        En un país donde las pandillas se han aprovechado del vacío de poder tras el asesinato presidencial de 2021, la victoria va más allá de un marcador. Como bien lo expresó el exsenador y comentarista Patrice Dumont.

        «La victoria del equipo no resolverá los profundos problemas de la sociedad haitiana. Eso lo sabemos. Pero es un alivio. Incluso con hambre, se puede estar orgulloso. El hambre no prohíbe la alegría», dijo.

        El héroe, la adversidad y el punto de inflexión

        La andadura no podía ser fácil para un equipo itinerante. Después de empatar con Honduras en su improvisado «partido de local» en Curazao, el drama llegó en el siguiente juego. Ante Costa Rica, Haití se fue al descanso con un desalentador 2-0 en contra.

        Ese momento de crisis en el vestuario se convirtió en el punto de inflexión de toda la campaña. Fue allí donde la voz del delantero Duckens Nazon resonó, no solo como goleador, sino como líder: «Podemos hacerlos llorar de alegría. Démosles eso, como mínimo».

        Nazon, el hombre que soñaba con darle una tregua a su pueblo, salió del banquillo para protagonizar una hazaña: un rapidísimo ‘hat-trick‘ que selló un épico 3-3. Ese partido, perdido al descanso y recuperado con una furia conmovedora, insufló el espíritu indomable que guiaría a Los Granaderos a la victoria final 2-0 sobre Nicaragua, asegurando el pase directo como líder del Grupo C.

        El legado de Sanon

        Para entender la magnitud de esta clasificación, hay que mirar medio siglo atrás.

        Haití jugó su única Copa del Mundo en Alemania´74. Fue una actuación colectiva mediocre (cero puntos, 2 goles a favor y 14 en contra), pero quedó inmortalizada por un éxito personal que trascendió fronteras: el gol de Emmanuel Sanon.

        En el debut ante Italia, Sanon marcó el primer gol mundialista de Haití y rompió el récord de imbatibilidad de Dino Zoff, que había mantenido su arco invicto por 1.143 minutos. Aunque cayó ante Polonia (7-0) y Argentina (4-1), Sanon volvió a marcar contra esta última y terminó el torneo como uno de los goleadores.

        Sanon, quien murió en 2008 siendo el máximo goleador de Haití con 37 tantos, esperó 34 años en vida para ver a su selección retornar al Mundial. Ahora, 52 años después, han honrado su memoria. Llevan consigo el legado de resiliencia que él simbolizó con aquel gol ante el gigante Zoff.

        La camiseta y la diáspora

        Mientras que los jugadores celebran y el pueblo en Haití se regocija, la realidad económica subraya el drama: la camiseta oficial de la selección es casi inalcanzable para la mayoría de los haitianos que viven en el país.

        A diferencia de las grandes potencias, la indumentaria de Les Grenadiers no es fabricada por una multinacional, sino por la marca colombiana Saeta.

        La historia de esta asociación es emotiva: comenzó como un gesto de apoyo con donaciones tras el terremoto de 2010 y evolucionó a un patrocinio que, por años, no fue rentable para la empresa.

        En palabras de los directivos, mantuvieron el apoyo sabiendo que «el país atraviesa una situación económica muy difícil» y que el mercado principal para las ventas eran los haitianos que viven en Estados Unidos.

        Sin embargo, la noche de la clasificación al Mundial 2026 lo cambió todo. La empresa reportó más de mil órdenes de compra en pocas horas y tuvo que abrir preventas.

        Este fervor proviene casi en su totalidad de la Diáspora. Tener la camiseta, que cuesta el equivalente a muchos días de trabajo en Haití, es un acto de fe y orgullo fuera de las fronteras.

        El apoyo financiero que sostiene al equipo viene de los mismos que, en la distancia, sueñan con el día en que su nación encuentre la paz

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