[adace-ad id=»89127″]
Por Diego SÁNCHEZ
Un grupo de indígenas de la Amazonia de Ecuador presentó el jueves una demanda constitucional contra la empresa estatal china PetroOriental, a la que acusa de contribuir con el cambio climático al quemar el gas del subsuelo en la extracción de crudo.
Dirigentes de la aldea waorani de Miwaguno acudieron ante un tribunal de Francisco de Orellana (este de Quito y capital de la provincia del mismo nombre) para plantear la acción «en calidad de víctimas».
«Hemos visto alterado para siempre nuestro modo de vida», señala la demanda constitucional. «Nuestra subsistencia misma está amenazada como consecuencia del cambio climático».
Los aborígenes quieren poner fin a las lenguas de fuego que salen retumbando de los mecheros y al humo blanquecino que se propaga con el viento.
«La lluvia que cae sabe a carbón. Igual la usamos porque no tenemos agua potable», dice a la AFP Menare Omene, una waorani de 52 años, cuya comunidad de unos 150 waorani repartidos en 40 familias presentó la causa por cambio climático.
PetroOriental opera los bloques 14 y 17, ambos en la provincia de Orellana y de los que extrae unos 10.000 barriles de petróleo por día (bd). El crudo es la principal fuente de divisas de Ecuador, que produce 469.000 bd y exporta un 76%, lo que le generó 3.350 millones de dólares entre enero y setiembre de este año.
El ministerio ecuatoriano de Energía estimó en 2018 que por cada barril de petróleo producido se queman unos 5 m3 de gas natural.
De ser apagados los mecheros, el gas puede ser aprovechado en los campos petroleros para la generación de electricidad, lo que demandaría fuertes inversiones frente la opción más barata de quemarlo, de acuerdo con la ONG ambientalista Acción Ecológica, que acompaña a los demandantes.
«Queremos que se apaguen los mecheros por los daños ambientales en nuestro territorio. Está ‘full’ contaminación», expresó Juan Pablo Enomenga, presidente de Miwaguno.
Ese caserío está situado relativamente cerca de pozos petroleros donde arden varios mecheros de PetroOriental.
Juan Pablo, de 36 años, se queja por el «fuerte» calor, el aumento de las lluvias y otros problemas ambientales que los waorani asocian a los mecheros.
Explica que desde hace 15 años la producción de yuca y plátano, base de la alimentación de su comunidad, ha bajado de manera progresiva. «Lo que sembramos en la chacra no crece ni 50%» con respecto a 2005, asegura.
Acción Ecológica sostiene que hasta enero pasado, registró 447 mecheros operando en la Amazonia ecuatoriana, incluidos 159 en Orellana.
Olor a petróleo
Con unos 4.800 miembros, los waorani son dueños de unas 800.000 hectáreas en las provincias de Napo, Pastaza y Orellana, éstas dos últimas fronterizas con Perú. La ley reconoce la jurisdicción indígena, pero mantiene la potestad del Estado sobre el subsuelo.
En 2019, los waorani de Pastaza lograron un histórico fallo judicial que impide el ingreso de petroleras en sus 180.000 hectáreas de selva virgen.
Otros pobladores amazónicos además consiguieron que la justicia ecuatoriana condene a la estadounidense Chevron a pagarles 9.500 millones de dólares por daños ambientales, lo que fue ratificado en última instancia en 2018 por la Corte Constitucional.
También te puede interesar:
Wall Street termina en rojo ante parálisis sobre plan de ayuda económica a EEUU
Empero, un tribunal de La Haya anuló el fallo de ese caso, por lo que el litigio se mantiene fuera del país.
Dedicados a la agricultura, la caza y la pesca, la preocupación en Miwaguno es cada vez más latente al sufrir -como aducen sus habitantes- los estragos de las alteraciones en la naturaleza.
Hace un año, el nivel del río que bordea la aldea creció en cinco veces, acabando con los cultivos y privando a los habitantes de comida propia por siete meses, según Andrés Enomenga, de 26 años.
«Por el clima, por la contaminación, se alejan» los animales de caza, indica Andrés, anotando que para conseguir «carne de monte» ahora deben adentrarse en lo profundo de la jungla y en zonas consideradas «peligrosas» por la presencia de dos clanes nómadas que todavía se mantienen en aislamiento voluntario, los taromenane y los tagaeri, acérrimos enemigos entre sí y emparentados con los waorani.
«No se percibía ese olor que hay ahorita (a combustible). Antes, todo, el árbol y la fauna, tenía aroma rico. Ahora, con todo eso de la compañía (petrolera), del mechero, es diferente. Todo con químico, con petróleo», manifiesta Omene, quien habla en wao terere, su lengua ancestral, y se sirve de un traductor.
© Agence France-Presse / Color Visión
Síguenos en nuestro Facebook.
[adace-ad id=»89127″]