Aproximadamente 40 millones de adultos en Estados Unidos sufren algún grado de pérdida auditiva inducida por el ruido
Redacción.-Su celebración se lleva a cabo cada último miércoles de abril y sorprendentemente, el día internacional de concienciación sobre el ruido nos recuerda que aproximadamente 40 millones de adultos en Estados Unidos sufren algún grado de pérdida auditiva inducida por el ruido. Esta realidad es alarmante, especialmente cuando descubrimos que la pérdida auditiva es la tercera condición crónica de salud más común en Estados Unidos, afectando a casi el doble de personas que la diabetes o el cáncer.
De hecho, el ruido no solo daña nuestros oídos. Según la Organización Mundial de la Salud, la exposición a niveles de ruido superiores a 70 decibelios durante períodos prolongados puede causar daños graves e irreversibles a la audición. Además, esta exposición continua puede provocar estrés, ansiedad, depresión, presión arterial alta y enfermedades cardíacas. Lo más preocupante es que 1 de cada 4 adultos que informaron tener una audición excelente o buena, en realidad ya tenían daños auditivos debido a la exposición al ruido.
Exploraremos el impacto del ruido en nuestra salud física y mental, el origen del Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido (fundado en 1996 por el Centro para la Audición y Comunicación), y compartiremos métodos efectivos para protegernos del ruido en nuestra vida diaria.
Cómo el ruido afecta tu cuerpo y mente
El impacto del ruido en nuestro organismo va mucho más allá de los oídos. Cada sonido intenso desencadena una cascada de reacciones biológicas que afectan prácticamente todos los sistemas de nuestro cuerpo.
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, la contaminación acústica causa aproximadamente 12.000 muertes prematuras al año en Europa y provoca 48.000 nuevos casos de cardiopatía isquémica. Estos datos no son casualidad: el ruido incrementa la frecuencia cardiaca, eleva la presión arterial y aumenta los niveles de cortisol, la principal hormona del estrés.
Además, cuando estamos expuestos a niveles de ruido por encima de 65-70 dB, nuestro cuerpo entra en estado de alerta, activando una respuesta de «lucha o huida». Esta reacción, mantenida en el tiempo, favorece un estado inflamatorio de baja intensidad que incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
Por otra parte, la exposición nocturna al ruido resulta especialmente dañina. Niveles superiores a 40-55 dB fragmentan la estructura del sueño, provocando despertares frecuentes y reduciendo las fases de sueño profundo y reparador. Este descanso interrumpido se asocia con obesidad, diabetes, hipertensión y peor función cognitiva.
A nivel mental, uno de cada tres españoles admite que el ruido excesivo les provoca irritabilidad, ansiedad y agresividad. El 35% de la población afirma que el ruido les genera estrés, mientras que el 29,4% indica que les impide concentrarse en actividades como leer o estudiar.
La OMS estima que por cada 10 dB de aumento en la exposición al ruido a partir de 53 dB, la incidencia de cardiopatías isquémicas aumenta un 8%. Para las personas con predisposición a problemas cardíacos, este riesgo es aún mayor.
El ruido también repercute en nuestra capacidad cognitiva, disminuyendo la atención y aumentando el tiempo de reacción frente a estímulos, lo que eleva el riesgo de cometer errores y sufrir accidentes.
En conclusión, para proteger nuestro bienestar físico y mental, es fundamental ser conscientes de estos efectos negativos y tomar medidas preventivas.
Al reflexionar sobre todo lo expuesto, podemos afirmar que el ruido representa una amenaza silenciosa para nuestra salud. Efectivamente, los datos son contundentes: 40 millones de adultos en Estados Unidos sufren pérdida auditiva inducida por ruido, mientras que en Europa causa aproximadamente 12.000 muertes prematuras anuales.
Durante nuestra exposición diaria a la contaminación acústica, nuestro cuerpo experimenta cambios fisiológicos significativos que afectan desde nuestro sistema cardiovascular hasta nuestra salud mental. Por esta razón, el Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido nos brinda la oportunidad perfecta para replantearnos nuestros hábitos sonoros.
Sin duda, proteger nuestra audición no requiere medidas extraordinarias. Pequeñas acciones como usar protectores certificados, limitar el volumen de los auriculares o crear espacios tranquilos en casa pueden marcar una diferencia notable. Además, buscar momentos de silencio completo cada día ayuda a nuestro sistema auditivo a recuperarse del constante bombardeo sonoro.
La lucha contra el ruido es responsabilidad de todos. Aunque parezca contradictorio, necesitamos alzar nuestras voces para crear conciencia sobre los peligros del ruido excesivo y, posteriormente, trabajar juntos para construir un mundo más silencioso y saludable. A fin de cuentas, nuestros oídos nos acompañarán toda la vida; cuidarlos hoy garantizará que sigamos disfrutando de todos los sonidos que realmente importan mañana.