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jueves 15 mayo 2025

José Mujica: La historia de un presidente humilde

¿Conoces a José Mujica, el presidente que rechazó vivir en la residencia presidencial y prefirió quedarse en su humilde granja?

Redacción.-Durante su mandato como presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, José «Pepe» Mujica transformó su país mientras mantenía un estilo de vida que desafiaba todas las convenciones políticas. Con un impresionante 60% de aprobación al dejar el cargo, Mujica logró reducir la pobreza del 18.5% al 10.6% y aumentar el salario real entre un 3% y 4% cada año.

Sin embargo, la historia de José Mujica Uruguay es mucho más profunda que sus logros presidenciales. Nacido en 1935 en un barrio pobre de Montevideo, su camino hacia convertirse en José Mujica presidente estuvo marcado por casi 15 años de prisión durante la dictadura militar. A pesar de estos obstáculos, José «Pepe» Mujica ganó las elecciones con el 52% del voto popular e implementó reformas sociales significativas, como la legalización del matrimonio igualitario, el aborto y el establecimiento de un mercado nacional para la marihuana legal.

Exploraremos la fascinante vida de un hombre que pasó de guerrillero a líder mundial admirado, analizando si realmente fue tan buen presidente como sugiere su popularidad internacional.

Los orígenes humildes de José Mujica

El hombre que cambiaría la historia de Uruguay nació un 20 de mayo de 1935 en el barrio Paso de la Arena, en la periferia de Montevideo. José Alberto Mujica Cordano vino al mundo en el seno de una familia trabajadora con profundas raíces europeas: por línea paterna descendía de vascos llegados a Uruguay en 1842, mientras que por vía materna su ascendencia era italiana.

Su infancia dio un giro dramático cuando su padre, Demetrio Mujica Terra, un pequeño estanciero que había quedado en quiebra, falleció cuando José apenas tenía seis años. Este acontecimiento marcó profundamente su vida, pues desde entonces tuvo que ayudar a su madre, Lucy Cordano, a mantener el hogar. Juntos cultivaban flores y hortalizas en su terreno de una hectárea, criaban gallinas y hasta llegaron a tener un par de vacas. «Vivimos una pobreza digna», recordaría años después.

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Durante su adolescencia, José cursó estudios primarios y secundarios en escuelas públicas de su barrio natal. Posteriormente ingresó a Preparatorios de Derecho en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo, aunque nunca completó estos estudios. Entre los 13 y 17 años practicó ciclismo, representando a varios clubes en todas las categorías.

Su despertar político comenzó temprano, influenciado por su tío materno Ángel Cordano, un ferviente nacionalista. En 1956, con 21 años, Mujica conoció al diputado nacionalista Enrique Erro por intermedio de su madre. Este encuentro marcó el inicio de su militancia formal en el Partido Nacional, donde llegó a ocupar el cargo de secretario general de la Juventud.

Sin embargo, sus inquietudes sociales lo llevaron por caminos insospechados. Inicialmente se sentía anarquista, posteriormente militó en el conservador Partido Nacional y, finalmente, tras desilusionarse con los partidos tradicionales, en 1962 abandonó las filas blancas junto a Erro para formar la Unión Popular, coalición que integraban también el Partido Socialista y el grupo «Nuevas Bases».

Esta evolución ideológica de José Mujica muestra a un joven en constante búsqueda de justicia social, que se rebuscaba vendiendo flores mientras participaba activamente en movilizaciones obreras y apoyaba las luchas universitarias, forjando así el carácter pragmático y austero que lo distinguiría décadas después como presidente.

De guerrillero a prisionero: los años más duros

El primer aliento de José Alberto Mujica Cordano llegó un 20 de mayo de 1935 en el humilde barrio Paso de la Arena, en Montevideo. Nacido en una familia de pequeños propietarios agrícolas, sus raíces se entrelazaban entre la herencia vascoespañola paterna y la italiana materna. Su padre, Demetrio Mujica Terra, era un pequeño estanciero que enfrentó la quiebra económica poco antes de fallecer en 1940, cuando el pequeño José apenas contaba con seis años.

Tras la prematura muerte de su padre, la responsabilidad familiar recayó sobre los hombros de su madre Lucy Cordano, una mujer trabajadora que junto a su hijo se dedicó al cultivo y venta de flores para sostener el hogar. Desde muy joven, José faenó en las labores del campo y comenzó a vender flores en la feria, ayudando así a la economía familiar mientras cursaba sus estudios primarios y secundarios en instituciones públicas de su barrio natal.

Aunque ingresó al bachillerato en el Instituto Alfredo Vásquez Acevedo, no logró completar sus estudios. Sin embargo, esto no impidió que su curiosidad intelectual floreciera. Mujica compensó su corto paso por las aulas con una inquietud autodidacta, participando en tertulias donde se discutían temas políticos e intelectuales junto a futuros escritores y antropólogos.

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Su camino político comenzó temprano, influenciado por su tío materno Ángel Cordano, quien era nacionalista. En 1956, a través de su madre, conoció al diputado nacionalista Enrique Erro, figura que marcaría profundamente su trayectoria. Pronto, el joven José comenzó a militar en el Partido Nacional, llegando incluso a ocupar el cargo de Secretario General de la Juventud.

Durante esta etapa, el futuro presidente sorprendía con una imagen muy distinta a la que posteriormente se haría conocida: «un Mujica bien vestido, con traje, peinado impecable, el bigotito finito y hasta con gomina en el pelo», según lo recordaba el veterano nacionalista Alberto Volonté.

No obstante, su militancia en el Partido Nacional no sería definitiva. En 1962, siguiendo los pasos de su mentor Erro, abandonó las filas blancas para unirse a la creación de la Unión Popular, junto al Partido Socialista y el grupo «Nuevas Bases», marcando así el inicio de su viraje hacia posiciones más izquierdistas.

De guerrillero a prisionero: los años más duros

A mediados de los años sesenta, la vida de José Mujica tomó un giro radical cuando decidió unirse al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), influenciado por la Revolución Cubana y el creciente descontento con la situación política uruguaya. Esta decisión marcaría el inicio de su etapa más dura y transformadora.

Su primera acción armada ocurrió en 1964, participando en un asalto frustrado a la empresa textil Sudamtex en Montevideo. La policía lo detuvo, pero sin relacionarlo con actividades políticas, lo trató como un delincuente común y lo liberó ocho meses después. Durante los años siguientes, Mujica continuó su militancia mientras trabajaba como florista para mantener las apariencias.

En 1969, tras ser descubiertas unas armas que había escondido, pasó a la clandestinidad. Participó en la famosa «toma de Pando» en octubre de ese mismo año. Sin embargo, su suerte cambió drásticamente en mayo de 1970 cuando, durante un encuentro en un bar montevideano, fue reconocido por policías. En el enfrentamiento recibió seis balazos que casi le cuestan la vida.

Ya recuperado y encarcelado en el Penal de Punta Carretas, protagonizó en septiembre de 1971 una de las fugas más extraordinarias de la historia carcelaria: 111 presos, mayoritariamente tupamaros, escaparon a través de un túnel. Este episodio, conocido como «El Abuso», llegó al libro Guinness de los Récords.

Finalmente capturado en 1972, Mujica inició su periodo más oscuro. Tras el golpe militar de 1973, fue declarado «rehén» del régimen junto a otros ocho dirigentes tupamaros. Esto significaba que serían ejecutados si su organización retomaba las acciones armadas.

Durante trece años soportó condiciones infrahumanas: seis meses atado con alambres, dos años sin poder bañarse adecuadamente, largas temporadas en aislamiento total y sin libros. Para mantener la cordura, comenzó a comunicarse con insectos y ranitas que mantenía en su celda. «He pasado de todo en la vida. Pero no le tengo odio a nadie», diría años después.

El 15 de marzo de 1985, con el retorno de la democracia, fue finalmente liberado. Ese día, según sus propias palabras, representa el recuerdo más feliz de su vida.

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