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Dejar de procrastinar no requiere de un gran sacrificio y las consecuencias que trae a corto y largo plazo son maravillosas.
La procrastinación es vista de forma negativa porque se trata del hábito de retrasar o posponer tareas que deben atenderse y se sustituyen por otras menos irrelevantes bien sea por pereza o miedo de afrontarlas.
Para muchas personas, la procrastinación se convierte en el obstáculo principal para lograr cambios positivos tanto a nivel personal como profesional.
Aquellas personas que constantemente están procrastinando suelen tener menos probabilidades de un empleo permanente o un ingreso muy reducido.
La acción de evadir de forma continua tareas importantes y dejar todo para último momento, hace que sea más probable que la persona sufra de altos niveles de ansiedad.
El primer paso para comenzar a cambiar este mal hábito es reconocerte y aceptar que eres una persona procrastinadora para luego tomar las acciones necesarias.
Una vez seas consciente de tus acciones, te recomendamos enlistar tus deberes y organizarlos por nivel de prioridad junto al día de la semana y la hora en la que llevarás a cabo cada uno.
Encuentra la manera de dividir las tareas en partes más pequeñas, de este modo se te hará más llevadero completar cada una de ellas.
La idea es que te propongas metas diarias que te lleven a finalizar cada una de tus responsabilidades en el tiempo planificado.
De este modo y siguiendo estos pequeños consejos podrás cumplir con tus tareas y aún así tendrás tiempo de ocio y descanso.
Ser organizado, perseverante y eficiente te impulsará a lograr tus objetivos.
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