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sábado 23 noviembre 2024

«Spaceship Earth»: El confinamiento que se adelantó 30 años al coronavirus

Los Ángeles, EE.UU..- Tres décadas antes de que el mundo entero se familiarizara con las palabras “coronavirus”, “pandemia” o “confinamiento”, un grupo de ocho personas se encerró durante dos años como parte de un experimento para tantear cómo sería la vida de una colonia humana fuera de la Tierra «Spaceship Earth».

Esta insólita aventura, a mitad de camino entre lo visionario y lo pintoresco, la recuerda ahora el documental “Spaceship Earth”, dirigido por Matt Wolf y que se estrena este viernes en Internet tras haber pasado por el Festival de Sundance.

“Cuando hice esta película, nunca imaginé que una pandemia obligaría al mundo a ponerse en cuarentena”, admitió Wolf en un comunicado.

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En Spaceship Earth “los ‘biosferanos’ (las personas que se encerraron), cuando volvieron a entrar en el mundo, se habían transformado para siempre (…). Con el COVID-19, todos vivimos como ‘biosferanos’ y pronto entraremos en un mundo nuevo. La pregunta es: ¿Cómo nos transformará? Ahora que tenemos conciencia de lo frágil de nuestro mundo, depende de nosotros protegerlo”, añadió.

La historia de Biosphere 2, un enorme complejo en Arizona (EE.UU.) con la forma de un gran invernadero en el que en 1991 se encerraron ocho personas durante dos años, comenzó en la década de los 60 en San Francisco (EE.UU.).

Inspirados por la cultura hippie y la vida comunal, un conjunto de personas, bajo la guía de John Allen, se dedicó durante años a prácticas performativas y autosostenibles en las que experimentaban con teatro, ciencia y viajes por todo el mundo.

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No solo les movía el entusiasmo utópico: el millonario tejano Ed Bass era su amigo y promotor, y con su dinero podían montar negocios en diferentes países y financiar sus aventuras.

Ya en los 80, preocupados por la crisis medioambiental e ilusionados por la exploración espacial, comenzaron a pensar en el proyecto de Biosphere 2, una simulación en la Tierra de cómo vivirían un grupo de personas encerrados en una base extraterrestre.

“Lo llamamos Biosphere 2 porque queríamos que la gente nos preguntara: ‘Bueno, ¿dónde está Biosphere 1?’ Biosphere 1 es la Tierra”, dice en el documental Mark Nelson, uno de los ocho que jugaron a ser astronautas sin salir del planeta.

Había varias ideas detrás de este encierro voluntario, como analizar las dinámicas humanas de un grupo obligado a convivir aislados o explorar cómo se puede crear un entorno para el ser humano de manera sostenible.

Sin renunciar a un cierto aroma de ciencia-ficción, Biosphere 2 fue diseñada como un Arca de Noé sin maldiciones bíblicas: buscaron decenas de especies animales y vegetales que se introdujeron en esta instalación para que esta cápsula aislada de la Tierra fuera, paradójicamente, lo más parecido posible a lo que habían dejado fuera de sus muros y ventanas.

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“¿Cómo te preparas para algo que ni siquiera sabes lo que es? Así es una expedición: un viaje a lo desconocido”, recordó Kathelin Gray, que no llegó a entrar pero que sí trabajó en Biosphere 2.

La primera parte del documental es un elogio emotivo a la amistad, la camaradería y el trabajo en común de un puñado de optimistas por el futuro que eran más artistas que científicos.

Pero en la segunda mitad aparecen borrascas en este paraíso artificial.

Biosphere 2 se convirtió en toda una sensación con los medios de comunicación escrutando cada detalle como un antecedente inesperado de “Big Brother”.

Y empezaron las críticas al experimento, primero atacando su presunta validez científica (algunos lo llamaron “entretenimiento ecologista”) y luego lanzando sospechas cada vez más serias sobre si este grupo de personas era en realidad una secta liderada por John Allen.

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La situación se enturbió todavía más cuando se supo que habían recibido ayuda del exterior en varias ocasiones, una ruptura clara de la regla de vivir dos años por su cuenta.

Y también cuando aumentaron las discusiones entre los participantes en esta iniciativa.

“Spaceship Earth” guarda varios giros en su trama que merece la pena no revelar, uno de los cuales involucra a una persona que fue muy próxima al presidente de EE.UU., Donald Trump.

Pero al final del documental, y más allá de todas las dudas sobre si Biosphere 2 fue un experimento serio o solo una locura de un grupo de excéntricos, quedan en el aire algunas ideas que parecen muy apropiadas para el confinamiento por el coronavirus.

“Vivir en un mundo pequeño y ser consciente de sus controles, su belleza, su fragilidad, su abundancia y sus límites, cambia quién eres”, dijo Nelson en cuanto salió el 26 de septiembre de 1993.

“Cuando estás fuera en lo que parece una biosfera infinita, tan grande, tan alta, es fácil pensar que tus acciones no cuentan. Pero sí cuentan”, añadió desde el presente.

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Por: Agencia EFE| Noticias SIN

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