Vivir en pareja, es algo que se teje a partir de nuestros primeros contactos y vínculos, esos que tienen que ver con nuestros orígenes, desde antes de nosotros nacer. Y es el mismo proceso para la persona que hemos elegido. Esa persona también tiene su propia historia familiar, su propia pauta de vinculación, y ambos, unidos, van dando forma, transformando, fortaleciendo o incluso derribando dicha relación.
Llegar a comprometernos con la persona escogida es un asunto de adultos maduros y decididos. El nivel de compromiso es algo que muchas veces no se toma en cuenta y es así como damos por sentado que el otro está o debe estar en el mismo nivel (hablando de compromiso) en el que estamos.
Para que haya compromiso debe haber más que deseo, debe existir el firme propósito de decidir estar en la relación, de querer luchar y aportar cada día a la misma, de dar un paso más cada día para la consolidación de dicha relación. Pero no todos estamos preparados ni dispuestos a comprometernos, a trabajar de manera seria y responsable, a entregarnos a una relación, porque nadie puede dar lo que no tiene, y lo que en un principio nos sirve, deja de surtir efecto a medida que nos adentramos en la relación.
A la hora de hablar de elección de pareja tenemos, necesariamente, que tocar los factores que condicionan dicha elección. Creemos erróneamente que somos enteramente libres al momento de la elección, sin darnos cuenta que la misma está condicionada por múltiples factores, que consciente o inconscientemente nos afectan:
Nos referimos a la Autoestima, el autoconocimiento, el mapa amoroso y la familia de origen.
Alguien con una autoestima deficiente es muy propenso a buscar un ideal de persona que no se corresponde con una expectativa realista, porque como no nos valoramos lo suficiente, queremos hacerlo logrando amores inalcanzables, dejando pasar personas reales, dispuestas a amarnos y a valorarnos. De igual manera, si no te conoces, nunca
sabrás porqué te aman y seguirás haciendo uso de ese filtro mental llamado “mapa amoroso” del que nos habla John Money. Para este, el mapa amoroso constituye un patrón mental que desarrollamos a partir de la primera infancia como respuesta a las influencias de la familia, los amigos, las experiencias y las asociaciones fortuitas que se dan en el contexto sociocultural donde crecemos. Es así como nos sentimos atraídos hacia un determinado tipo de personas, conversaciones, olores, sonidos, etc. que nos pueden resultar excitantes, dejando de lado otros aspectos que son imprescindibles a la hora de elegir pareja.
Como vemos, la elección de pareja no es cuestión que debe hacerse a la ligera, ni porque nos sentimos solos, más bien, el momento adecuado para lanzarnos a esa aventura, debería ser justo cuando mejor estemos, cuando en nuestra vida haya coherencia y estabilidad.
SUSANA WISE