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Por Sarah BENHAIDA y Catherine MARCIANO / AFP
«Que callen las armas», reclamó este viernes el papa Francisco poco después de llegar a Irak para la primera visita de un pontífice a este país diezmado por las guerras y las persecuciones, saludando a los cristianos que decidieron permanecer.
Entre fuertes medidas de seguridad y con mascarilla por las medidas anticovid, el papa de 84 años viajó como «un peregrino de la paz» para reconfortar a una de las más antiguas comunidades cristianas del mundo, marcada por la violencia y la pobreza.
Durante su estancia, que terminará el lunes tras recorrer 1.445 kilómetros especialmente por aire para evitar las zonas donde se esconden los yihadistas, el pontífice argentino también tenderá la mano a los musulmanes y se reunirá con el gran ayatolá Alí Sistani, la máxima autoridad chiita.
El jefe de los 1.300 millones de católicos del mundo evocó todos los asuntos candentes en Irak ante sus principales dirigentes, entre ellos el presidente Barham Saleh, quien le envió una invitación oficial para esta visita sin precedentes.
«Basta de violencia»
«Basta de violencia, de extremismos, de facciones, de intolerancias», dijo el papa. Basta también de «corrupción», el motivo por el que cientos de miles de iraquíes manifestaron a fines de 2019.
Entonces, Francisco también urgió al país a dejar de reprimir a sus jóvenes que pedían justicia. «Hay que construir la justicia», reiteró este viernes.
Y «que ninguno sea considerado ciudadano de segunda clase», sobre todo los cristianos –1% de la población en este país musulmán– ni los yazidíes, minoría perseguida por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) que vendió a miles de sus mujeres en «mercados de esclavos».
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El pontífice denunció así «una barbarie insensata y deshumana» perpetrada en Irak, la antigua Mesopotamia, «cuna de la civilización».
El argentino recordó «la antiquísima presencia de los cristianos en esta tierra», donde según la tradición nació Abraham, y abogó por «su participación en la vida pública» como «ciudadanos que gozan plenamente de derechos, libertad y responsabilidad».
Catedral mártir
El ambicioso programa comenzó a final del día con una oración en la catedral Nuestra Señora de la Salvación, una iglesia católica del centro de Bagdad que fue el escenario en 2010 de la toma de rehenes más mortal contra cristianos en Irak (53 muertos).
Ante un grupo reducido de personas, recordó a los «hermanos y hermanas que murieron en el atentado terrorista (…) y cuya beatificación está en proceso» y agradeció al clero iraquí por su «presencia» y su «cercanía» con los cristianos.
© Agence France-Presse / Color Visión
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