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Por Maya GEBEILY / AFP
Al menos diez cohetes alcanzaron el miércoles una base en la que hay desplegados soldados estadounidenses en Irak y provocaron la muerte, por crisis cardíaca, de un contratista estadounidense, dos días antes de la histórica visita del papa Francisco.
Esta agresión, la última de varias del mismo tipo perpetradas en las últimas semanas, muestra la dificultad logística que supone organizar la visita del papa a Irak.
«Pasado mañana, Dios mediante, iré a Irak para una peregrinación de tres días», declaró a pesar de todo el pontífice, de 84 años. «Hace mucho tiempo que quiero encontrarme con ese pueblo que ha sufrido tanto», agregó Francisco durante su audiencia semanal.
Estados Unidos, que tiene unos 2.500 soldados desplegados en Irak en el marco de la lucha antiyihadista, suele acusar a las facciones armadas iraquíes pro-Irán de ese tipo de ataques. El de este miércoles no fue reivindicado.
De los diez proyectiles lanzados contra la base de Ain Al Asad (oeste), varios cayeron dentro de la sección en la que que hay tropas y drones estadounidenses de la coalición internacional antiyihadista, informaron fuentes de seguridad iraquíes y occidentales.
El contratista civil murió debido a una crisis cardiaca tras este ataque, según las mismas fuentes. El Pentágono indicó que era de nacionalidad estadounidense.
Cohetes fabricados en Irán
Sin acusar a nadie, el primer ministro iraquí, Mustafa al Kazimi, adviritó en Twitter que nadie podía «pretender estar por encima del Estado».
«Quien se crea en medida de imponer su agenda a Irak y al futuro de sus ciudadanos se hace ilusiones», agregó.
Fuentes de los servicios de seguridad iraquíes explicaron que los proyectiles se habían disparado desde un pueblo cercano a la base de Ain Al Asad y según fuentes de seguridad occidentales eran cohetes de fabricación iraní.
En Irak, Irán cuenta, entre otros, con el apoyo de las Fuerzas de Movilización Popular (Hash al Shaabi), una potente coalición de paramilitares y compuesta principalmente por facciones financiadas por Teherán.
Irak vivió un periodo de calma relativa a partir de octubre, cuando se anunció una tregua de las facciones proiraníes después de la amenaza estadounidense de retirar todos sus soldados y diplomáticos del país. Pero recientemente, los ataques se han reanudado.
En febrero, varios cohetes cayeron cerca de la embajada estadounidense en Bagdad. Otros proyectiles fueron lanzados contra la base militar que alberga a tropas de la coalición en el aeropuerto de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí.
El contraterrorismo kurdo iraquí acusó el miércoles a miembros de las Fuerzas de Movilización Popular de haber participado en el ataque contra la base de Erbil, publicando las «confesiones» de un hombre al que presentaron como uno de los cuatro autores de los disparos.
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Como respuesta, Estados Unidos llevó a cabo ataques contra milicias proiraníes en el este de Siria en los que murieron al menos 22 combatientes. Fue la primera operación militar del gobierno del presidente Joe Biden.
«Nadie quiere una escalada», dijo Kirby a los periodistas, y recordó, en alusión a los ataques contra las milicias proiraníes: «Ya dije que esperábamos que eso tuviera un efecto disuasorio y seguimos esperándolo».
Sin abrazos ni baños de multitudes
Durante su visita, que comienza en Bagdad el viernes, Francisco no podrá mezclarse entre la gente ni disfrutar del contacto directo con los fieles, por razones de seguridad y también como medida de precaución debido a la pandemia.
Irak parece vivir una segunda ola de covid-19, y este miércoles registró más de 5.100 nuevos casos pese a las restricciones sanitarias, un récord en el país, de 40 millones de habitantes.
El martes, el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, explicó que Francisco se desplazará en un vehículo blindado durante su visita.
© Agence France-Presse / Color Visión
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