En estos días tan distintos a los que hasta ahora habíamos conocido, en donde todo nos cambió, y donde nos hemos visto en la necesidad de adaptarnos a un estilo de vida totalmente diferente al que estábamos acostumbrados, se hace indispensable utilizar todos nuestros recursos internos para sobrevivir y salir fortalecidos.
Todo lo que nos rodea tiene una vibración energética, y en este momento podemos sentir, percibir o notar como esas vibraciones han ido cambiando y por tanto nuestra realidad también se ha visto afectada.
Decía John Muir que cuando intentamos aislar algo comprobamos que está unido al resto del universo. Una verdad que comprobamos y de la cual no nos salvamos aun sin creer en la misma.
La ciencia ha avanzado vertiginosamente pero si vemos la vida desde esa vertiente, no quedamos sólo con un lado de la moneda; el intelecto separa las cosas, el corazón las une. A partir de este momento nuestro cerebro se está programando de manera diferente, y la generación que nace en este tiempo será una generación con ciertas características muy particulares.
Por un lado vendrá con un programa de: “distancia es seguridad”, “los demás me asfixian”, “no puedo confiar”.
Por otro lado, y dependerá mucho de lo que hagamos hoy con esto que obligatoriamente estamos viviendo, vendrán seres humanos con un nivel de consciencia más elevado, con un alto nivel de sensibilidad e intuición, con gran susceptibilidad a lo que pasa a su alrededor y con una gran carga vibracional positiva que pondrá al servicio de otros.
Las energías sutiles que nos rodean influyen en nuestros pensamientos y estos pensamientos crean sentimientos los cuales se alojan en nuestro cuerpo y crean nuestra realidad.
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Vibra alto, a pesar de la realidad que vivimos.
Vibra alto, a pesar de lo incierto del futuro.
Vibra alto, a pesar de tener motivos para desfallecer.
Porque en momentos de crisis, podemos ver en cada situación, un peligro o una oportunidad. ¿Qué ves?