En la práctica, los niños cuyas madres tienen una dieta rica en azúcares y carbohidratos refinados que elevan su índice glucémico.
Lo que comen los niños tiene un impacto importante en su salud. A través de la dieta los niños obtienen los nutrientes que necesitan para crecer sanos y fuertes, así como la energía para realizar sus actividades diarias.
La dieta también tiene una enorme influencia en su estado de salud físico, ya que se conoce que mientras algunos alimentos pueden provocar o acelerar el desarrollo de algunas enfermedades, otros pueden prevenir diversas afecciones y/o mejorar el proceso de recuperación.
Sin embargo, lo que muchos padres no conocen es que la dieta también tiene una enorme repercusión en la salud mental infantil.Agder, en Noruega, en el que se encontró que los hábitos alimenticios maternos no solo influyen en el desarrollo físico infantil, sino que también repercuten en el tipo de temperamento y el riesgo a desarrollar depresión y ansiedad en los niños a partir de los 8 años.
En la práctica, los niños cuyas madres tienen una dieta rica en azúcares y carbohidratos refinados que elevan su índice glucémico, tienen un mayor riesgo a desarrollar problemas para dormir, impulsividad, problemas de empatía y comportamientos inadaptados mientras crecen.
Si bien no se conoce con certeza cómo la alimentación materna puede tener este enorme impacto en el desarrollo psicológico infantil, se cree que está relacionado con la influencia de los distintos nutrientes en el desarrollo y el funcionamiento de los neurotransmisores a nivel cerebral en los niños. Aunque también se considera que puede estar vinculado con el impacto de dichos nutrientes en el metabolismo infantil durante el crecimiento.Sin embargo, el problema no termina ahí.
Como norma, cuando estos niños crecen asumen los mismos patrones alimentarios de sus madres, lo que hace que dichos nutrientes sigan afectando la actividad de los neurotransmisores, perpetuando sus problemas emocionales desde una edad temprana. A su vez, estas alteraciones emocionales influyen en su elección de los alimentos a medida que crecen, cerrando un ciclo en el que cuantos más alimentos insanos consumen, peor se sienten y más alimentos poco sanos eligen. Un patrón que, afortunadamente, también se puede evidenciar en los niños que tienen una dieta saludable y equilibrada.Hábitos nutricionales que se reflejan en el equilibrio emocional infantil.
No son pocos los estudios que avalan una relación entre la alimentación y el estado mental infantil. Por ejemplo, se conoce que el consumo de alimentos procesados, ricos en azúcares, aditivos y colorantes pueden tener un impacto negativo en la conducta de los niños con TDAH, remarcando sus comportamientos impulsivos y su déficit de atención.
En cambio, se ha comprobado que consumir alimentos ricos en ácidos grasos omega 3 o vitamina D puede ayudar a reducir los síntomas de este trastorno y disminuir la hiperactividad mientras que una dieta rica en proteínas a base de pescado y legumbres ayuda a mejorar la capacidad atencional, como reveló un estudio realizado en la Universidad de Zaragoza.
¿Cómo mejorar la salud mental de los niños a través de la dieta?La buena noticia es que, sabiendo cómo la dieta influye en la salud mental de los niños, es posible implementar algunas pautas más saludables y equilibradas de alimentación para mejorar el estado emocional de los pequeños.
He aquí algunas claves de alimentación sencillas, pero efectivas que puedes poner en práctica desde ahora mismo para estimular la salud física y psicológica en tus hijos.Elimina de la dieta infantil los alimentos procesados y la bollería industrial, ricos en azúcar y grasas saturadas, ya que su consumo está relacionado con una peor salud física y mental.Apuesta por una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y productos integrales que mejoren sus niveles de serotonina y reduzcan el riesgo de padecer depresión y ansiedad.
Anima a los niños a hacer al menos 3 comidas al día, desayuno, comida y cena. Y, de ser posible, incluye una fruta o tentempié saludable a la hora del almuerzo y la merienda.Cambia las grasas saturadas de la mantequilla, la margarina o el aceite de palma por grasas más saludables, como el aceite de oliva, el aguacate o la grasa del pescado.Cambia los alimentos refinados, como el pan, el arroz o los cereales, por su versión integral ya que además de ser más saciantes, les ayudará a mantener los niveles de energía y atención estables durante más tiempo.Asegúrate que la dieta infantil incluya alimentos ricos en proteínas y vitamina B12, indispensable para el buen funcionamiento cerebral, apostando por platos a base de legumbres, verduras de hoja verde y pescados.
Evita prohibirles los alimentos perjudiciales a los niños, en su lugar, motívales a hacer elecciones más conscientes y saludables.