El Informe. Transmitido por Color visión en vivo
Por: Luz Colmenares / Color visión
Como resultado del magnicidio de Jovenel Moise el pasado 7 de Julio, los haitianos se encuentran entre el luto y cambio. Y es que en medio del conflicto político, social, económico y sanitario que vive la nación; aunado a la sensación de orfandad por la muerte de su presidente, los haitianos están en zozobra, y en espera de un posible estallido social.
Un conflicto de poder
A menos de una semana después de las informaciones de noticias Caracol Colombia, donde se hiciesen los primeros señalamientos en contra del primer ministro interino Claude Joseph; este anuncio su dimisión este lunes. Estados Unidos, Alemania, Canadá, diplomáticos de la ONU y la OEA, solicitaron la renuncia al mandatario y la entrega del poder a Ariel Henry, quien fue designado por el mismo presidente Moise como su reemplazo días antes del asesinato.
Envuelto en un mar de señalamientos, Claude Joseph se desvinculo de los hechos que acabaron con la vida de Moise; y desestimo las declaraciones de Caracol Colombia, donde se le vincula con la conspiración. Las declaraciones de los mercenarios colombianos apuntan a que Joseph tomaría el poder luego de ser derrocado Moise; excluyendo así a Christian Sanon, pues aparentemente no tenía fuerza y no podría asumir el cargo.
Por su parte, Dimitri Herard, jefe de seguridad de Moise, presuntamente tenía un plan paralelo para asesinar al presidente. Según los ex militares colombianos, había dos grupos paralelos en la operación.
Por su parte, Ariel Henry, actual abanderado de Core Group (con representación de Estados Unidos, Canadá, España, Alemania y la unión europea) para liderar el gobierno de Haití, se dirigió al pueblo a través de un mensaje radial, donde llama a la unión y la cooperación como pueblo para sacar a la nación adelante. En sus palabras menciono “tengo el honor de dirigirme a ustedes como primer ministro para hacer un llamado solemne a la unión nacional, a la comunión de nuestras fuerzas y a la cooperación de todos, con el propósito de frenar esta carrera hacia el precipicio del país. Quiero reiterar frente a ustedes mi firme condena al asesinato del presidente Jovenel Moise, les reitero que la verdad saldrá y que los culpables y sus cómplices responderán a la justicia. Felicito al pueblo haitiano que probo su madurez en la política, frente a lo que podemos llamar un golpe de estado, el pueblo se quedó tranquilo ante un crimen que podía ponernos en la línea roja”
Un presidente amado y odiado.
Lloran a su presidente, hacen caminatas, misas, ofrendas florales, encendido de velas y protestas exigiendo justicia. Sumido en la incertidumbre, permanece el país más pobre del hemisferio, y el colorido que lo distingue se ha teñido por el asesinato del presidente Moise. Al norte del país, se han manifestado pidiendo justicia mientras las hipótesis y versiones abundan en la calle, todos tratan de señalar al o los culpables de dejar a Haití en orfandad.
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Otros difieren, y aseguran que con su forma de gobernar, Moise cavo su propia tumba. Afirman que el fenecido presidente fue víctima de la política que había ejercido durante 5 años, y que la violencia que el mismo alimento, acabo con su vida; esto según la opinión de los encuestados.
En medio de la tristeza, los ciudadanos tratan de volver a la normalidad; sin embargo las condiciones socio económicas del país no dan tregua. La falta de alimentos, la escasez de combustible, la continua violencia que cobra la vida de ciudadanos haitianos a diario, entre otros; son los flagelos que aquejan a la población.
A ello se suma que la muerte de Moise se da mientras el país está en plena lucha contra el COVID 19. En las calles puede observarse a la mayoría de los ciudadanos sin mascarillas, aparentemente sin miedo al contagio. Las autoridades de sanidad han reiterado el llamado al pueblo de tomar las medidas de bioseguridad, pues apenas el viernes pasado recibieron la primera dotación de vacunas provenientes de Estados Unidos, a través del programa COVAX de la organización mundial de la salud.
El cierre de la tragedia que ha puesto los ojos del mundo sobre Haití, culmina este 23 de julio; donde los haitianos podrán dar el último adiós a su fenecido presidente. El funeral de estado se realizara en Cabo haitiano, al norte de Haití.