Las autoridades y las comunidades deben estar alerta y tomar medidas preventivas para evitar tragedias similares.
Por: Maholi Albuez
Distrito Nacional. – La Fosfina Fosfuro de Aluminio, un insecticida o fumigante, ha vuelto a cobrar vidas en la Torre Da Silva III del Distrito Nacional. Ayer, una mujer y su hija de dos meses perdieron la vida debido a la exposición a este químico letal. Este incidente no es el primero en el país; en enero de 2015, Yasser y Joanna Mármol estuvieron al borde de la muerte por intoxicación con el mismo químico, utilizado por una empresa de fumigación en su vecindario.
La tragedia de los Mármol fue provocada por una empresa de fumigación que aplicó Fosfina Fosfuro de Aluminio y Imidan 20SC, ambos químicos altamente tóxicos, sin antídotos especificados en sus etiquetas. Al día siguiente de la fumigación, Yasser y Joanna experimentaron vómitos, mareos, calambres y debilidad extrema, resultando en su hospitalización y cuidados intensivos debido a la gravedad de la inhalación de estos químicos.
Yasser Mármol, en declaraciones, resaltó que los químicos afectaron directamente sus órganos vitales, dejándoles secuelas. Este incidente pone de manifiesto la falta de regulación y conciencia sobre los riesgos asociados con el uso de estos productos químicos en entornos residenciales.
Además, recordamos la tragedia de dos turistas uruguayas en Juan Dolio en julio de 2013, que fallecieron por la inhalación de sustancias tóxicas utilizadas en una fumigación residencial. Este suceso subraya la necesidad urgente de regulaciones más estrictas y una mayor conciencia pública sobre los peligros potenciales asociados con la fumigación en entornos habitados.
Las autoridades y las comunidades deben estar alerta y tomar medidas preventivas para evitar tragedias similares. Hacemos un llamado a la conciencia colectiva sobre la necesidad de regulaciones más estrictas en el uso de estos químicos, así como a la elección de métodos de fumigación más seguros y respetuosos con la salud humana. La vida de las personas debe ser la máxima prioridad en cualquier procedimiento de fumigación residencial.